A veces. Más a menudo de lo que quisiera. Pero sólo a veces tengo miedo. A muchas cosas. A que se agoten las reservas de cacao del mundo. A dormir destapada y que el monstruo de debajo de la cama se despierte y me agarre por los tobillos. A quedarme atrapada en unos grandes almacenes el primer día de rebajas entre mujeres que luchan por jerséis a dos euros. A terapias de choque en plan La Naranja Mecánica pero con MHYV en cinemascope. No me digan que no son argumentos de cine de terror. Pero de terror del de provocar infartos y suicidios. Colectivos.
Pero lo que de verdad me produce pánico es tomar decisiones. Qué sé yo, a unos son las arañas, a otros los perros, a mí el libre albedrío. Rarita que es una, ya me disculparán. Y no, no se rían. Que lo paso hasta mal en el súper, cogiendo frío y cistitis en la zona de los yogures mientras decido si echo al carro los petisuises de fresa o de fresa plátano. Qué desazón. Y no debo ser la única, porque si no de qué en la línea de caja aparecen packs de yogures y paquetes de macarrones olvidados. Eso son indecisos de última hora. Y qué quieren, a mí me alivia no estar sola en esto.
Por eso se lo cuento. Por si por aquí o por allá hay más madres, vintages, hipstéricas o mediopensionistas, en la misma situación. Si ya era difícil antes, cuando el mundo y el universo, se expanda o no, empezaba y acababa en una misma, ahora es mucho más terrible. Las decisiones propias de la maternidad dan mucho miedo. Por un lado, porque se multiplican exponencialmente los momentos de opción, con las consiguientes posibilidades de cagarla intensamente eligiendo un camino u otro. Y por otro, porque lo que uno tiene entre manos es material altamente inflamable y la inexistencia de manual para padres e hijos hace que la incertidumbre le coma y le reconcoma a uno. Y traiga con ella la sensación de «y si…» ¿Y si todo sale bien? Perfecto. ¿Y si se tuerce y tengo que llevar a la heredera a Hermano Mayor? Un sinvivir, oigan.
Así que sí, tengo miedo. A las decisiones importantes, a meter la pata, a que lo tortuoso del camino me disuada de seguirlo y luego resulte ser el correcto. Mucho miedo. Cada vez menos en lo que respecta a mí y más en lo que atañe a la heredera. Miedo a equivocarme yo y a que lo haga ella. Y ya sé, que de los errores se aprende y toda la pesca. Y que maloserá. Y que Dios escribe recto con renglones torcidos, pero a ver, sin un ápice de blasfemia, como madre, yo le hubiera dicho algo.
¡Feliz Miércoles!
Mary Wilson
Yo también tengo miedo a hacerlo «bien» pero cada día estoy más convencida que si estamos ahí, a las buenas y a las malas y hacemos lo que pensamos, es lo correcto nos podremos equivocar pero dentro de una relación de amor y de bondad y humildad habrá solución.
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Es miedo a hacerlo bien y también a elegir, de entre todas las opciones posibles, aunque haya varias buenas, la mejor. Ser capaz de discernir qué es lo correcto, con sus pros y sus contras. Ya sé que somos humanos e imperfectos, pero me niego a conformarme con una decisión mediocre sólo por eso. Qué sé yo… Soy un poco intensa XD
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Las decisiones tomadas con amor suelen ser buenas siempre siempre, y conociendote como te conozco no creo que te equivoques como para que Julia acabe en gran hermano…..jajajajajaja! creo que estas haciendo un trabajo estupendo y aunque te entiendo con eso de los miedos, solo los miedos justos que la vida es de los valientes!!!!!!! Un besazo!
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Seguro que sí, pero qué difícil es esto de ser padre/madre…
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Que se agoten las reservas de cacao del mundo????? pero, ¿eso puede pasar??? jajajajajaja!!! eso sí que sería el armageddon cósmico!! Yo también soy indecisa desde que tengo uso de razón. Para las chorrezes del tipo a la que comentas de los petitsuisses y para las cosas de enjundia. Y no veas lo que me estresa…Un beso.
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Jajajajaja!!! No serás libra tú por un casual…
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No no…acuario😅
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jajajaja! Pues entonces no es cosa del zodiaco XD
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Yo también tengo miedo, que identificada me siento! Y qué responsabilidad!! Suerte de redes sociales y amigas con quien compartir e identificarse. Me encanta leerte. Un beso
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Eso pienso yo, por eso lo he contado 😉 Un beso!
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Otra de esas veces en las que pones palabras a mis pensamientos, no en lo tocante a decisiones en general, ahí siempre he resuelto rápido, sin pestañear y sin mirar atrás con una única excepción, hacer maletas, eso me anula la capacidad de decisión. Y eso era así con caracter absoluto hasta hace unos años, no hasta que nació el heredero, ahí mantuve el rollo expeditivo, sino hasta que fui más consciente de que estoy educando un niño y que lo que yo haga tiene y tendrá consecuencias para él. En general intento vivir mi miedo con deportividad, pero hay noches, en las que, como cuando era niña, al apagar la luz me vienen a ver todos los monstruos y me asaltan las dudas y la inquietud. Y creo que me tendré que acostumbrar a vivir con esto porque no me da la sensación que estas inquietudes vayan a desaparecer tan fácilmente.
Un truco para triunfar en la zona de yogures: elige coco 😜
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Yo soy o he sido bastante inconsciente, de ir hacia adelante un poco por impulso, pero ya no. Y eso que describes es precisamente de lo que hablo: el peso de la responsabilidad y la incertidumbre de caminar por un camino intransitado. Pero yo creo que lo estás haciendo de lujo, no hay más que ver al heredero ❤
Por cierto, en cuanto a los yogures, es lo único que tengo claro: coco ni de coña!
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Ains…cómo te entiendo!! A mi es que me da la sensación de que todas las decisiones que tomo son de vital importancia para la vida de mis herederos! Y estoy segura de que no lo son tanto, pero el miedo ahí esta.. SIEMPRE.
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Sí, es en general, como cuando vas en coche a un sitio perdido al que no has ido nunca y vas dudando todo el rato: ¿será por aquí? Pues eso. Un beso!
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