Reflexiones de la madre vintage: Una cuestión de estilo.

Llevaba un tiempo retrasando esta entrada. Y no por pereza, qué va. Ni por falta de tiempo o ganas. Ni mucho menos. Es que no sabía por dónde empezar ni qué contar. Mexplico: normalmente les cuento mis neuras, que son bastantes, mis tonteridas españolas a lo Chiquito style, que también son abundantes, y alguna recomendación de cosas bonitas que se encuentra una por estos caminos del Señor. De compras suelo hablar poco, intentando ahuyentar el espíritu consumista que a veces nos invade, incluida a la madre vintage, que también de eso domina. Y de moda y estilismos, menos, que c’a uno es c’a uno y k-2, una piragua. Vaya, que yo les comparto todo lo que haga falta y más si ustedes lo desean, pero me da un poco de vergüenza propia (ajena en esto, nunca) dar consejos y direcciones de estilo, yo, que soy más rancia que el olor a Varón Dandy.

El caso es que el pasado 15 de mayo la heredera tomó su Primera Comunión y fue un día muy especial que preparamos con mucho mimo. Por fuera, pero fundamentalmente por dentro. Y en este follón de emociones, preparativos y toda la movida a tope, no sabía por donde tirar. Así que cuando María, de La Comunión de María, me pidió información y fotografías sobre ello, además de hacerme una ilusión tremenda, respiré. Así, en plan Pilato, con las manos bien limpias, comme il faut y como ordenaría cualquier madre que se precie. 

Por eso no les voy a contar nada, queridos followers, porque ya lo hacemos allí. Ni les voy a truñir con más fotos, porque ya lo hacemos allí. Pasen y vean por su inspirador y cuidado BLOG y, si quieren, nos cuentan. Aquí o allí, que Dios todo lo ve, y en este caso en concreto, la madre vintage también. Y si no, ya lo buscará, que lo que una progenitora no encuentre, no es de este mundo.

¡Feliz Miércoles!

Mary Wilson